A medida que las organizaciones emprenden su camino hacia la modernización de aplicaciones, a menudo se encuentran con obstáculos imprevistos. Abordar estos desafíos desde el principio es fundamental para sentar las bases de una transformación exitosa.
En nuestro artículo anterior
, exploramos las barreras ocultas que pueden complicar los esfuerzos de modernización.
Ahora, pasemos de identificar estos desafíos a estrategias prácticas que ayuden a las organizaciones a enfrentarlos de manera efectiva. Un enfoque estructurado y bien planificado puede convertir la modernización en una transformación manejable, con enfoque en generar valor.
1. Un camino paso a paso, no una revolución
Un enfoque incremental y bien planificado permite que la modernización sea un proceso continuo, y no una transformación abrumadora. En lugar de rediseñar todo el sistema de una sola vez, las organizaciones deberían comenzar modernizando un componente pequeño y manejable. Esto puede significar contenerizar una parte específica del sistema o migrar una función a un modelo Function-as-a-Service (FaaS).
La modernización no consiste simplemente en trasladar una aplicación tal como está: requiere una evaluación cuidadosa. En lugar de hacer un “lift and shift” de las cargas de trabajo, las organizaciones deben analizar cómo las soluciones nativas de la nube, los servicios gestionados o incluso las ofertas de Software-as-a-Service (SaaS) podrían mejorar su entorno.
Otro aspecto clave es aprovechar soluciones ya disponibles en lugar de construir todo desde cero. Muchos proveedores de nube ofrecen servicios gestionados que reducen la complejidad operativa y aceleran la modernización. Al adoptar estas soluciones, las organizaciones pueden enfocarse en la innovación en lugar de reinventar la infraestructura.
Una modernización exitosa comienza con pasos pequeños y estratégicos. Evaluar las soluciones disponibles, elegir el enfoque adecuado y aprovechar las herramientas nativas de la nube puede llevar a una transformación más eficiente y rentable.
2. Mantener los costos bajo control
Es fácil decir “defina presupuestos claros y alinee la modernización con la planificación financiera”, pero en la práctica, controlar los costos requiere mucho más que un plan bien documentado. La modernización debe generar un retorno de inversión justificado y evitar gastos innecesarios.
El rol del arquitecto de soluciones es clave desde el inicio: seleccionar opciones rentables, definir la arquitectura del sistema y alinear las decisiones tecnológicas con los objetivos del negocio. Evaluar diferentes caminos de modernización —ya sea reestructurar, refactorizar o adoptar servicios gestionados— ayuda a evitar errores costosos. Contar con el talento adecuado antes de comenzar el desarrollo minimiza retrasos e ineficiencias.
Otro elemento fundamental es la gestión financiera en la nube (FinOps). Si bien la planificación presupuestaria ocurre al principio, la gestión de costos es continua. Los equipos de FinOps supervisan el gasto, optimizan la asignación de recursos e identifican oportunidades de ahorro. Trabajan de la mano con arquitectos e ingenieros para garantizar visibilidad financiera y disciplina presupuestaria. Su función no es solo monitorear gastos, sino influir activamente en decisiones de aprovisionamiento y escalabilidad para equilibrar el rendimiento con las restricciones presupuestarias.
Al integrar principios FinOps y buenas prácticas de arquitectura, las organizaciones pueden evitar caer en el enfoque de "lift and shift", controlar el gasto y asegurarse de que la modernización genere verdadero valor para el negocio.
3. Escalar con inteligencia: cuándo (y si) migrar a microservicios
Muchas aplicaciones legacy fueron diseñadas antes de la existencia de los conceptos nativos de la nube, lo que hace que la escalabilidad sea un desafío. Las arquitecturas monolíticas tradicionales suelen tener dificultades para escalar, lo que genera cuellos de botella en el rendimiento. Si bien los microservicios son una solución común, también introducen una complejidad arquitectónica que no siempre es necesaria.
Antes de comprometerse con un cambio arquitectónico completo, las organizaciones deben evaluar si la modernización puede lograrse mediante la actualización de herramientas y frameworks existentes, en lugar de reestructurar por completo la aplicación. En muchos casos, actualizar bibliotecas, refactorizar puntos críticos, contenerizar cargas de trabajo o implementar mecanismos de caché puede mejorar la escalabilidad sin necesidad de una transformación total a microservicios.
El papel de un arquitecto de software es clave en este proceso de toma de decisiones. La modernización debe comenzar con requisitos claramente definidos, identificando desafíos de escalabilidad y los resultados esperados. Los arquitectos ayudan a determinar si las mejoras incrementales, la modularización selectiva o una migración estratégica a microservicios es la mejor opción.
Al centrarse en los objetivos de modernización en lugar de seguir tendencias sin un análisis estratégico, las organizaciones pueden tomar decisiones informadas que equilibren escalabilidad, complejidad y mantenibilidad.
4. Evitar el proyecto de modernización interminable
Incluso con un plan sólido, hitos bien definidos y un fuerte respaldo organizacional, los esfuerzos de modernización pueden estancarse si los objetivos son poco realistas o si el progreso no se valida de forma continua. Las metas demasiado ambiciosas o abiertas pueden derivar en proyectos que se prolongan indefinidamente sin entregar resultados concretos. Para evitarlo, la modernización debe dividirse en objetivos alcanzables, con plazos definidos y valor medible en cada etapa.
Un arquitecto de soluciones asegura que las prioridades técnicas estén alineadas con los objetivos del negocio, trabajando de cerca con los stakeholders para identificar las áreas de mayor impacto. Esto evita complejidades innecesarias y la expansión descontrolada del alcance, manteniendo la modernización enfocada y eficiente.
La modernización no debe ocurrir de forma aislada. El trabajo debe ser probado regularmente por los usuarios finales, incorporando retroalimentación continua para validar el progreso y garantizar la usabilidad. Las pruebas beta y la participación temprana de los clientes mejoran la experiencia del usuario y permiten ajustar el enfoque de modernización.
Al establecer metas realistas, mantener flexibilidad, aprovechar la experiencia arquitectónica y priorizar la retroalimentación de los usuarios, las organizaciones pueden transformar la modernización de un proceso interminable en una iniciativa estructurada y orientada a resultados.
5. Impulsar la adopción: superar la resistencia al cambio
Para superar este desafío, las organizaciones deben abordar la adopción como una transición estructurada, no como un cambio puntual. Una estrategia clave es introducir el sistema modernizado de forma gradual. El proceso debe comenzar con pruebas internas y adopción temprana, donde un grupo reducido de usuarios valide la funcionalidad principal y proporcione retroalimentación. Una vez resueltas las primeras inquietudes, puede realizarse un despliegue piloto en un equipo o departamento específico antes de avanzar a otras áreas. Finalmente, un enfoque de migración por fases permite que diferentes partes del sistema se vayan adaptando progresivamente, brindando tiempo a los equipos para ajustarse antes de retirar completamente los componentes heredados. Este despliegue incremental genera confianza entre los stakeholders, minimiza las interrupciones y asegura que los problemas se resuelvan antes del lanzamiento completo.
Involucrar a los stakeholders desde el inicio es igual de importante. Los usuarios tienen mayor disposición a adoptar el cambio cuando se sienten informados e incluidos. Realizar demostraciones, talleres y sesiones prácticas les ayuda a comprender cómo funciona el nuevo sistema y por qué se implementan ciertos cambios. Los programas de capacitación estructurados también garantizan que los empleados se sientan seguros usando la aplicación modernizada desde el primer día, reduciendo la fricción durante la transición.
Al desplegar el nuevo sistema gradualmente, involucrar a los stakeholders desde el principio y garantizar una capacitación adecuada, las organizaciones pueden eliminar la incertidumbre y fomentar la adopción, evitando que los esfuerzos de modernización se detengan por resistencia al cambio.
6. Abordar los desafíos de integración con insights impulsados por IA
Identificar dependencias en sistemas legacy solía requerir un proceso lento y manual. Hoy en día, las herramientas impulsadas por IA automatizan este proceso, mejorando la velocidad y la precisión. El análisis de código basado en IA detecta dependencias ocultas, el monitoreo de API revela integraciones no documentadas y el rastreo asistido por IA de bases de datos identifica riesgos antes de que comience la modernización.
Si bien este paso puede no generar resultados visibles inmediatos, forma una base crítica. Sin un mapa claro de dependencias, los esfuerzos de modernización corren el riesgo de enfrentar fallos inesperados, retrocesos costosos o problemas interminables de solución. Para evitarlo, la evaluación de dependencias debe ser limitada en el tiempo y estructurada, enfocándose primero en módulos clave o integraciones críticas, en lugar de intentar mapear todo el sistema de una sola vez.
Este enfoque asegura que la modernización se construya sobre una base sólida, permitiendo que los equipos avancen con confianza y evitando fallos de integración ocultos.
7. Cerrar la brecha de habilidades para el éxito de la modernización
Abordar la brecha de habilidades requiere una combinación de capacitación, colaboración y experiencia externa. Las organizaciones deben invertir en programas de formación estructurados, mentoría y experiencia práctica con las prácticas modernas de implementación. Asociarse con proveedores de modernización experimentados acelera la transferencia de conocimientos y asegura que las mejores prácticas se implementen de manera eficiente.
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