Los Desafíos Ocultos de la Modernización de Aplicaciones

Los Desafíos Ocultos de la Modernización de Aplicaciones

La modernización de aplicaciones es esencial para las organizaciones que buscan mantenerse competitivas en un mundo cada vez más digital. Si bien ofrece beneficios significativos, el proceso suele ser más complejo de lo esperado, lo que puede generar demoras, sobrecostos y objetivos no alcanzados.‍

‍En intive, nuestra experiencia trabajando con clientes de diversas industrias nos ha permitido identificar los desafíos más comunes que enfrentan las empresas. Veamos cuáles son estos obstáculos y por qué abordar la modernización como un proceso evolutivo y paso a paso es clave para el éxito.

1. La modernización no (siempre) es una revolución

Muchas organizaciones abordan la modernización de aplicaciones como una transformación total, esperando resultados inmediatos. Sin embargo, la modernización debe ser un proceso incremental, cuidadosamente planificado para minimizar las interrupciones. A menudo, la decisión de modernizar surge por la falta de iteraciones continuas a lo largo del tiempo, lo que genera una importante deuda técnica.

Uno de los errores más comunes es tratarla como una operación de lift-and-shift —es decir, mover las aplicaciones a la nube sin una optimización adecuada. Aunque esto puede parecer una solución rápida, generalmente resulta en mayores costos operativos, ya que las aplicaciones no están diseñadas para funcionar de manera eficiente en entornos en la nube.

En lugar de aprovechar las funcionalidades nativas de la nube, muchas empresas terminan replicando su infraestructura on-premise en la nube, lo que conduce a un gasto excesivo.

2. Los costos no planificados pueden salirse de control

Cuando los esfuerzos de modernización no están bien planificados, los presupuestos pueden superar rápidamente las estimaciones iniciales. Asumir que una simple migración traerá ahorros inmediatos suele ser un error.

Ejecutar aplicaciones monolíticas en máquinas virtuales en la nube, en lugar de refactorizarlas para arquitecturas basadas en contenedores o serverless, genera costos inesperadamente altos. Con el tiempo, estos costos pueden incluso superar los gastos de las soluciones on-premise, haciendo que la modernización se perciba como un pozo financiero sin fondo.

Una trampa común es dedicar demasiado tiempo a evaluaciones estratégicas extensas, especialmente cuando se trata de modernizar varias cargas de trabajo al mismo tiempo. Esto no solo retrasa el avance, sino que también consume recursos valiosos.

3. Opciones de escalabilidad: elegir entre monolitos y microservicios

Muchas aplicaciones heredadas fueron diseñadas antes de que existieran los conceptos cloud-native, lo que convierte la escalabilidad en un gran desafío.

Las arquitecturas monolíticas tradicionales suelen tener dificultades para escalar de manera eficiente, lo que genera cuellos de botella en el rendimiento a medida que aumenta la demanda de los usuarios. Aunque los microservicios se consideran una solución ideal, también introducen su propia complejidad. En algunos casos, las organizaciones quedan atrapadas entre un monolito obsoleto y un esfuerzo de modernización incompleto, dando lugar a un modelo híbrido que no aprovecha completamente los beneficios de ninguna de las dos aproximaciones.

4. El proyecto de modernización interminable

Muchas organizaciones inician su proceso de modernización con planes ambiciosos, con la expectativa de completar la transformación en dos años, solo para descubrir, años después, que tienen poco para mostrar. La complejidad del proceso puede generar retrasos, sobrecostos y bloqueos técnicos. En algunos casos, se invierten millones y, aun así, el producto final permanece incompleto o nunca llega a producción. La falta de hitos claros y las prioridades cambiantes contribuyen a esfuerzos de modernización que parecen extenderse indefinidamente, sin un final claro a la vista.

5. El riesgo de los sistemas paralelos y las pruebas interminables

Incluso cuando la modernización es técnicamente exitosa, su adopción total suele ser un desafío. Las correcciones de errores o los cambios en la arquitectura pueden hacer que la aplicación modernizada funcione de manera diferente a la original, lo que genera dudas entre los stakeholders. Como resultado, muchas empresas terminan operando los sistemas antiguos y nuevos en paralelo, lo que prolonga las fases de prueba y retrasa el despliegue completo.

Este período de transición extendido consume recursos y genera incertidumbre, impidiendo que los equipos avancen con confianza.

6. Desafíos de integración: las dependencias olvidadas

Modernizar una sola aplicación puede ser complejo, pero modernizar un sistema interconectado lo es aún más.

Muchas aplicaciones legacy dependen de integraciones ocultas, algunas de las cuales están mal documentadas —o directamente no lo están—. Sin un mapa claro de dependencias, los equipos enfrentan dificultades para determinar qué sistema debe modernizarse primero.

En algunos casos, la única persona que comprendía la arquitectura original ya no forma parte de la empresa, lo que deja al equipo sin acceso a información clave. Esto genera cuellos de botella y obliga a los equipos a recurrir a la ingeniería inversa para poder avanzar.

7. La brecha de habilidades: una barrera para una modernización exitosa

Uno de los principales obstáculos en la modernización de aplicaciones es la creciente brecha de habilidades, estrechamente relacionada con la escasez de recursos con experiencia.

Muchas organizaciones carecen de conocimiento interno en prácticas modernas de despliegue, arquitecturas cloud-native y desarrollo basado en microservicios. Incluso cuando se identifican estas carencias, desarrollar el conocimiento interno o contratar el talento adecuado representa un gran desafío.

Los procesos tradicionales de contratación muchas veces no evalúan correctamente las habilidades necesarias para la modernización, lo que obliga a las empresas a replantear sus estrategias de reclutamiento. Al mismo tiempo, capacitar a los equipos actuales requiere programas de formación estructurados que no siempre son fáciles de implementar.

Un punto adicional: en ocasiones, los ingenieros que participaron en el diseño original pueden mostrarse resistentes al cambio, ya que no siempre perciben de inmediato los beneficios de la modernización. Por eso, es clave comunicar con claridad cómo estos cambios mejorarán la mantenibilidad, el rendimiento y la escalabilidad futura.

Si no se abordan estas limitaciones, los esfuerzos de modernización tienden a estancarse, generando retrasos, ineficiencias e iniciativas fallidas.

Adoptar la modernización como un paso hacia el crecimiento

Si bien el camino hacia la modernización de aplicaciones puede presentar desafíos, debe verse como una oportunidad y no como un obstáculo.

La modernización es un proceso evolutivo que impulsa una mayor eficiencia, escalabilidad e innovación. Al abordarla como un recorrido paso a paso, las empresas pueden liberar todo el potencial de sus sistemas y transformar sus operaciones de cara al futuro.

¿Quieres saber cómo superar estos desafíos? En nuestro próximo artículo compartiremos estrategias clave para una modernización sin fricciones. ¡Mantente atento!

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